Los cruceros en el cine: ‘La extraña pasajera’

Cartel de ‘La extraña pasajera’

¡Hola cruceristas! Con el post de hoy inauguramos una nueva sección en la que os hablaremos de los cruceros en la Historia del Cine. Muchos han sido los títulos cinematográficos ambientados en los cruceros o incluso protagonizados por un barco de cruceros. Es apasionante ver la evolución de la industria en fotogramas.

Si sois auténticos enamorados de la navegación, no podéis perderos esta película, que es un cl´ásico maravilloso en el que la decisión de su protagonista de emprender un viaje en crucero cambiará su vida para siempre.

La extraña pasajera es una película dramática estadounidense de 1942 dirigida por Irving Rapper y protagonizada por Bette Davis. El film, que cuenta con tres Óscars de la Academia. está inspirada en la novela homónima de 1941 de Olive Higgins Prouty.

La película relata la historia de Charlotte Vale (Bette Davis), una mujer de mediana edad, perteneciente a una familia acomodada de Boston, que pasó toda su vida dominada por la autoritaria figura de su madre, con un carácter fuerte y hosco y que marcará para siempre la vida y los sentimientos de su hija pequeña y tardía. La tóxica influencia de su madre ocasionó a Charlotte una enfermedad nerviosa.

Charlotte Vale con su tirana madre en La extraña pasajera (1942)

Debido a esta situación, su cuñada Lisa Vale (Ilka Chase) le presenta al tan conocido psiquiatra Jaquith (Claude Rains), quién le recomienda pasar una temporada en su sanatorio. Esta es una de las primeras alusiones en el mundo del cine a la importancia de la salud mental.

Gracias a recibir el tratamiento del psiquiatra, Charlotte experimenta un cambio total en su vida, deja atrás esa mujer miedosa, solitaria y reprimida por su madre que era y se transforma en una mujer independiente y más segura de sí misma.

Este cambio de mentalidad también se ve reflejado en un cambio físico, siendo evidencia el diferente vestuario de la protagonista al principio de la película, cuando la ropa aburrida, recatada y los atuendos monótonos dominaban su estilo, en contraste con su salida de la clínica, cuando empezó a vestir creaciones elegantes y atemporales que mantuvo durante el resto de la producción y muy especialmente en las escenas ambientadas en el crucero.

Antes y después de Charlotte Vale en La extraña pasajera (1942)

Al recibir el alta, en lugar de irse a casa de inmediato, opta por embarcarse en un crucero por la costa de Sudamérica para vivir nuevas experiencias. Allí conoce al arquitecto Jerry Durrance (Paul Henreid), del que se enamora apasionadamente a pesar de ser un hombre casado.

Charlotte y Jerry en La extraña pasajera (1942)

Jerry viajaba junto a sus amigos Deb (Lee Patrick) y Frank (James Rennie). Cuando se conocieron, Durrance la presentó como Camille, porque no quería desvelar su verdadera identidad a bordo del barco, pensando que ese era su deseo. Decidió llamarla así porque su belleza le recordaba a la flor a la que da nombre. Desde ese momento, Charlotte adopta con cariño ese apodo.

Además, descubrió que la única razón por la que sigue con su esposa es su hija Tina (Janis Wilson). La joven sufre depresión porque su madre le recuerda constantemente que no fue una niña deseada. Charlotte se siente identificada con la niña, dado que ambas crecieron sin el amor de sus respectivas madres, y le habla a Jerry sobre ella porque está convencida de que él podrá ayudarla.

En la escala de Río de Janeiro, Charlotte y Jerry sufren un pequeño accidente automovilístico, quedándose atrapados en Pan de Azúcar. Pasan cinco días juntos antes de que Charlotte se dirija sin su nuevo acompañante a Buenos Aires para continuar con el crucero, ya que deciden que lo mejor sería no volver a verse.

Pan de Azúcar (Brasil), en La extraña pasajera (1942)

Seis meses después, tras una auténtica revolución personal durante su viaje de navegación, regresa a casa y se enfrenta a su madre, que se empeña en hacerla regresar a la vida que la enfermó y la aisló. Sin embargo, ella ya no está dispuesta a ser destruida de nuevo y le hace saber que, a partir de ese momento, va a vivir su vida y a tomar sus propias decisiones.

Como piensa que la historia con Jerry es un imposible, comienza una relación con Elliot (John Loder), de familia adinerada. Deciden casarse, pero ella rompe el compromiso porque no está enamorada. Cuando se lo cuenta a la madre, discuten, ésta no lo soporta y su débil corazón se para para siempre.

La culpa y angustia que Charlotte experimenta debido a los nuevos acontecimientos la llevan de regreso a la clínica. Allí conoce a Tina, la infeliz hija de Jerry, que había sido enviada a Jaquith. Con el permiso del psiquiatra, la toma bajo su protección y, cuando mejora, se la lleva a su casa en Boston.

Charlotte y Tina en La extraña pasajera (1942)

Cuando Jerry fue a visitarla, se sorprendió con el cambio radical que había dado su hija. Al principio, Durrance sentía inquietud porque pensaba que Charlotte se estaba sacrificando para cuidar a Tina, pero nada más lejos de la realidad. Para ella era un regalo y su forma de sentirle cerca.

Jaquith se comprometió a mantener a Tina con Vale si ella comprendía que su relación con Jerry debía seguir siendo platónica.

Detalles que se han convertido en clásicos

Si hay un gesto en la película que ha pasado a la Historia del Cine son los momentos en los que Jerry enciende dos cigarrillos a la vez, uno para él y otro para Charlotte. Sus conversaciones más íntimas siempre se envuelven de ese halo de humo de tabaco, de esa especie de gentileza. Se dice que era un gesto que el actor tenía con su propia mujer en su vida real, que el director de la película observó e incorporó a la gestualidad del film.

Otro detalle curioso de la película es que la protagonista, cuyo pseudónimo es ‘Camila’ suele lleva siempre camelias en su solapa y es esa la flor que su enamorado le regala cuando se despiden (auque en ningún caso tenga nada que ver Camelia con Camila desde el punto de vista etimológico).

En este contexto, resulta interesante cómo el argumento se centra en la salud mental, y es que, bajo la apariencia de un drama romántico, se encuentra una historia mucho más importante, en la que Charlotte aprende una importante lección en la que se da cuenta de que no es necesario tener todo lo que quiera para encontrar un gran valor en su vida.

“No pidamos la luna. Tenemos las estrellas” es la frase final de una creación cinematográfica que destaca por su profundo carácter reflexivo, por su marcado carácter de empoderamiento femenino a pesar de la coyuntura histórica y social y además por ser una de las primeras películas en la que los protagonistas recomiendan contratar con una agencia de viajes para evitar sobresaltos a la hora de viajar.

A Charlotte embarcar en ese crucero le cambió la vida, así que ¿quién sabe qué puede pasarte a ti? Desde luego vivirás una experiencia sin igual y un sinfín de aventuras que llenarán tus días de descanso de recuerdos inolvidables. Esta es la señal para que reserves ya tu crucero entrando en www.miramarcruceros.com y explores todas las posibilidades, o bien escríbenos a reservas@miramarcruises.com y ya nos encargamos nosotros de que las vacaciones de tus sueños se hagan realidad.

Y sobre todo, si conoces una película ambientada en un crucero, ¡háznoslo saber y nosotros escribiremos un post sobre ella!

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